Por Eric Ekvall @corpstratcom
(publicado con autorización del autor)
En el seno de la oposición democrática está surgiendo en estos días un
debate sumamente importante, largo tiempo esperado. Su desenlace forma
parte significativa de los factores determinantes para concretar la
opción de triunfo de Henrique Capriles Radonski en la elección
presidencial de octubre.
En este debate hay dos bandos principales. Lo que podría llamarse la
Oposición Oficial, integrada por la MUD y el Comando Venezuela, sostiene
que las condiciones electorales impuestas por el CNE y avaladas sin
crítica por la MUD constituyen un marco aceptable para que vayamos a
elecciones tolerablemente transparentes. Tienen fácil acceso a los
medios de comunicación, cuentan con copiosos recursos económicos para
hacerse ver y oír y su postura, a primera vista, parece reflejar el
consenso del mundo opositor.
El otro bando opositor parece a primera vista minoritario. Tiene pocos
recursos y cuenta con poco apoyo en los medios tradicionales, pero surge
orgánicamente de la sociedad civil. Son profesionales, técnicos y
gente en general con una visión más crítica, algunos dirían más
realista, de la tesitura del oficialismo, que incluye el CNE, así como
del contexto político en el cual se está desarrollando la campaña.
Temen que el Comando está perdiendo de vista factores técnicos y
políticos que podrían costarle la victoria a nuestro candidato.
Como entenderá el lector cuando sopesemos en los próximos párrafos las
percepciones del público en relación con estos asuntos, el bando que hoy
parece mayoritario por su omnipresencia en los medios, puede de hecho
constituir sólo la minoría dentro del mundo opositor e independiente. En
otras palabras, quienes desde la oposición oficial atacan la postura
crítica de grupos como Esdata.info, VotoLimpio.info,
Frentepatriotico.com y otros, en torno a las condiciones electorales,
harían bien en recordar a tiempo que ellos no hablan por la mayoría de
los venezolanos democráticos. Por ejemplo, cuando el rector Vicente Díaz
denuncia como “delincuentes electorales”, a ONG y ciudadanos que
tienen la osadía de cuestionar las reglas del juego electoral impuestas
por las élites electoreras, como hizo en declaraciones a Ultimas
Noticias hace dos semanas, está caminando sobre arenas movedizas.
Aunque sus opiniones serían compartidas por el chavismo, ni remotamente
lo son por la mayoría democrática de este país.
Hace un mes, a fin de sortear las crecientes discrepancias que dividen
los dos bandos de la oposición democrática, el diario El Nacional tomó
la iniciativa de auspiciar dos foros para que voceros de ambos grupos
plantearan sus respectivos criterios y puntos de vista sobre el tema
electoral frente a un público ávido de respuestas. El primero tuvo
lugar el día 23 de mayo, y el segundo dos semanas después. Hoy está más
claro que nunca que un abismo, de orden paradigmático, técnico y sobre
todo político, se ha abierto entre los dos grupos. Si estas
discrepancias no se resuelven - en por lo menos dos áreas críticas-
podrían convertirse en obstáculos insalvables para la victoria el 7O.
Big Brother te tiene bajo el SAI
Examinemos primero un factor fundamental de discordia entre las partes.
Les insto a leer el artículo “Justicia Para Todos” , que sienta a las
captahuellas en el banquillo de los acusados del matemático Ignacio
Gainzarain http://gainzaedmat.blogspot.com/2012/06/justicia-para-todos-sienta-las.html . El
autor ha escrito en otras oportunidades en su blog sobre el
llamado Sistema de Autenticación Integrado (SAI), ese entramado
kafkiano-orwelliano que el CNE, con la anuencia servil de la Comisión
Técnica de la MUD, pretende imponernos el día de las elecciones. Su
visión, crítica y hasta cáustica, del desempeño técnico y político de la
MUD refleja lo que muchos se preguntan: ¿Por qué la Mesa de la Unidad y
el Comando Venezuela no toman una actitud más proactiva en torno a la
defensa del voto? A pesar del mantra repetido mil veces de que tendremos
120 mil testigos vigilando las mesas, y que esto bastará para impedir
cualquier intento de fraude, muchos se preguntan por qué el Comando no
va al fondo del asunto y apunta a las raíces del fraude.
Entender las ramificaciones e implicaciones del SAI sobre el
comportamiento del votante lleva a comprender cómo este sistema contiene
en si el peso suficiente para manipular de manera contundente la
votación popular a favor del candidato del gobierno. Eso sí, si la
sociedad civil no se hace escuchar y no se alza en su contra para
detener su implantación en los comicios del 7O.
La Comisión Técnica de la MUD, y ahora la del Comando de Capriles,
aparentemente están dispuestas a aceptar que este sistema se utilice en
octubre. Técnicos supuestamente calificados como Mario Torre (el Sr.
Towers en el escrito de Gainzarain) alegan que debido
a complicadísimas fórmulas que sólo un ingeniero de sistemas (o en este
caso un matemático) puede entender, es imposible vincular la identidad
del votante con su voto, a pesar del hecho que las dos máquinas no
solamente están yuxtapuestas (ver foto en
http://www.cne.gov.ve/web/sala_prensa/noticia_detallada.php?id=2029),
sino que están visiblemente conectadas por medio de un cable. Como se
empeñó en resaltar, casi con regocijo, la propia Presidente del CNE, “…
son un todo indivisible!”
Es perfectamente posible que el algoritmo, el scrambler, el código
fuente, y los tantos detalles técnicos que el ciudadano común no maneja,
preserven de hecho el secreto del voto. Sería bien diabólico pensar que
en efecto el CNE estuviera jugando limpio, mientras que toda su
propaganda estuviese orientada a asustar subliminalmente el votante y
hacerle creer que el Hermano Mayor sí sabe cómo votará el 7O. Pero si no
soy capaz de convencerme en un 100% de que mi voto será secreto, ¿Lo
será el empleado público, él que está esperando una vivienda del
gobierno, o los tantos ciudadanos que se han vuelto dependientes de una u
otra misión?
En la política más vale la percepción que la realidad. Nuestras
creencias, o nuestros miedos, con mucha frecuencia son más fuertes que
cualquier "realidad objetiva" que uno quisiera imponerse. Por esta razón
las pesadillas dejan una huella emocional que suele perdurar más allá
del momento de despertar.
Pareciera que la MUD ha adoptado una política de contemporización y
apaciguamiento en relación con el CNE. Sus solicitudes nunca se formulan
como exigencias. Se dejan meter gol tras gol, con la excusa de que es
mejor no entrar en conflicto abierto con el CNE, porque si esto
ocurriera el colectivo opositor podría sospechar que existen serias
irregularidades en el sistema, y al perder fe en el sistema (¿O en sus
dirigentes políticos?) se abstendría de votar el día de las elecciones.
Dada la composición de la Comisión Técnica de la MUD, conformada como
está por individuos tan cuestionados como Félix Arroyo, es comprensible
que los señores jefes de la MUD quizás se hayan dejado manipular en el
plan técnico. Pero siendo ellos todos, sin excepción, políticos de larga
trayectoria, es difícil comprender cómo han llegado a la conclusión de
que se puede seguir escondiendo la verdad al público en un país donde
todo termina sabiéndose tarde o temprano.
¿Y qué dice el público?
Es de costumbre para muchos columnistas, sobre todo los polémicos,
hablar en nombre del Pueblo. Cuántas barbaridades se han pronunciado en
nombre de ese pobre Pueblo. A la hora de tomar decisiones críticas, sin
embargo, es fundamental entender cuál es grado de conocimiento o cuáles
son las percepciones que tiene el público sobre asuntos de mayor
importancia. Y allí valen más los hallazgos de una buena encuesta que
las ideas recibidas o prejuicios de un supuestamente avispado columnista
o político.
Veamos entonces qué grado de confianza tiene actualmente el venezolano
en el árbitro electoral, y particularmente en relación con el tema de
las capta huellas.
Las encuestas de Alfredo Keller demuestran claramente que antes de las
elecciones primarias el 41% de la población desconfiaba del CNE y que
el 44% sospechaba que su voto no era secreto. Dada la exigencia de la
MUD de que se retiraran las capta huellas de las elecciones primarias, y
el cumplimiento de esta exigencia por parte del CNE, la desconfianza
en el árbitro bajó en febrero a un 25% y la desconfianza en que el voto
no fuera secreto bajó también, a un 34%.
Ahora bien, según su última encuesta de mayo la desconfianza ha vuelto a
subir, a un 35%, y el temor de que el voto no será secreto en octubre
subió también de nuevo, a un 40%.
Cuando se desagregan los resultados por afiliación política, los
chavistas (se auto-identifica el 40% del público como chavista) dicen
confiar en un 92% en el CNE, los independientes (35%) dicen confiar en
un 58%, y los opositores (25%) sólo en un 33%. (Por cierto, Keller
observa que quienes se identifican como independientes en su gran
mayoría son de tendencia opositora, pero se abstienen de identificarse
como tales “porque no quieren meterse en problemas”.)
En cuanto a las captahuellas, el 14% de los chavistas temen que su voto
no será secreto, como el 40% de los independientes y el 52% de los
opositores.
Cuando después de las primarias Keller preguntó por qué la oposición
había insistido en que las elecciones se hicieran sin las máquinas
captahuellas, el 58% de los opositores, y 14% de los chavistas,
contestaron de manera espontánea que la medida se había tomado para
garantizar el secreto del voto.
El hecho de que 14% de los simpatizantes del chavismo y cuatro de cada
diez dizque independientes temen que con las capta huellas su voto no
será, debería despertar el interés de los estrategas del Comando
Venezuela. De manera velada este segmento del voto chavista, que suma un
millón de votos, y esos independientes, que suman más de 2,6 millones,
nos están señalando que están pensando no votar por Chávez, pero temen
que serán castigados si se descubren sus verdaderas intenciones.
¿No debería hacer Capriles un gran esfuerzo para convencer a estos
votantes que él defenderá a capa y espada el secreto del voto? Si ese
derecho era de importancia primordial para la oposición el 12 de
febrero, ¿Por qué no lo es tanto para los demás votantes para el 7 de
octubre?
Al seguir manteniendo un silencio sobre el tema, el candidato está
perdiendo una extraordinaria oportunidad para erigirse en el adalid de
la defensa del voto limpio para todos los electores. Si piensa que va a
perder adhesiones exigiéndole al CNE que juegue limpio, está equivocado.
Todo lo contrario. El público opositor, más los votantes que hasta
ahora han votado por los candidatos del PSUV pero que hoy buscan
opciones distintas, y los pocos indecisos que quedan, más los
potenciales abstencionistas, verán en este gesto muestra de un gran
coraje y una determinación de proteger el derecho a elecciones
auténticas.
¿Qué es lo peor que le podría suceder? ¿Que el CNE rechace su petición?
En este caso es el CNE quien quedará mal, no él. Para la comunidad
internacional, el CNE estaría diciendo, en efecto, “Nosotros no le
damos importancia a las válidas preocupaciones de la ciudadanía. Lo más
importante para nosotros es que nuestro candidato no pierda”.
Si calcula Capriles que el CNE no responderá a sus exigencias, y quedará
él como un impotente frente a la indiferencia del ente electoral,
debería considerar lo siguiente.
Quienes han estudiado la historia electoral de los últimos ocho años
saben que el gobierno ha cometido fraude en elecciones pasadas. Siete
estudios han sido publicados desde 2006 en revistas peer-review
(arbitradas) en el campo de la estadística, revistas académicas del más
alto prestigio al nivel mundial, que comprueban, más allá de cualquier
duda, que los resultados del RR en 2004 fueron groseramente manipulados
por el gobierno.
Todo indica que de una manera u otra el gobierno intentará, por
artilugios tecnológicos, jurídicos o por la fuerza bruta, manipular
estas elecciones también. Y si uno lo piensa bien, precisamente eso es
el SAI: un periférico computarizado, impuesto a la fuerza. Por ende,
Capriles, ya empatado con Chávez en las encuestas confiables, y hasta
con una ligera ventaja según interpretaciones de expertos en la materia
(ver el cálculo del Factor Miedo http://porlaconciencia.com/?p=3458),
debe prepararse para impugnar los resultados fraudulentos que sin duda
anunciará el CNE el 7O.
Ahora bien, es siempre posible que Capriles comparta la opinión de
muchos en su comando, sobre todo de quienes conforman el equipo
electoral, en el sentido de que el gobierno podrá haber hecho de todo
pero nunca ha cometido fraude en elecciones pasadas, y así desestime los
informes que prueban lo contrario. Si éste fuera el caso explicaría la
aparente indiferencia que manifiesta el Comando frente a los insistentes
reclamos de la sociedad civil que alertan contra el fraude.
El Cálculo Político
Si Capriles empezara a exigir públicamente del CNE que desconecte las
máquinas, y si exigiera que se haga una auditoria independiente,
aleatoria y rápida, de una pequeña muestra (0,01% -- bastaría 1.900 de
los inscritos) del Registro Electoral, despejaría muchas dudas que
flotan en el ambiente político sobre estos dos temas, quizás los más
álgidos de la lista de reclamos de que es objeto el CNE. Si lo hiciera,
no dudo de que recibiría mucho apoyo del público opositor e
independiente. Los dos grupos suman 60% del voto. Si el objetivo es
llevar la tasa de abstención de los votantes opositores a su mínima
expresión ¿Qué mejor estrategia podría utilizar Capriles que la de
demostrar, con palabras y acciones, que está dispuesto a luchar sin
cuartel para defender el voto?
Seamos realistas. Sabemos que el CNE hará todo lo posible para no
cumplir con sus exigencias, porque al auditar el RE se descubrirían las
“irregularidades” que tantos ya sospechan que existen, y al desconectar
las máquinas capta huellas de las de votación, el gobierno perderá de
ua vez por todas su capacidad para intimidar a los votantes.
¿Cuál podría ser entonces la reacción de nuestro candidato? Decir
simplemente que por fin el CNE se ha quitado la careta, que ahora está a
la vista lo que la mayoría de los ciudadanos ha sospechado durante
muchos años. Podrá clamar que la indignación de un pueblo y su deseo de
vivir en libertad son más fuertes que todas las manipulaciones y
mentiras de un gobierno autoritario, y que esta vez sí ganaremos con una
avalancha de votos!
Con esta simple maniobra Henrique Capriles se libera del chantaje
impuesto por el gobierno y sus fichas que operan al margen, cuidado si
no algunos hasta en el seno, del sector opositor. Al cambiar
radicalmente las reglas del juego, o las normas para entablar combate,
como diría un militar, Capriles alertaría al país y al mundo entero del
peligro del fraude en octubre. Recuperaría la plena confianza y contaría
con el voto seguro de una minoría (que sin embargo se hace oír cada día
con más fuerza), que uno podría llamar el abstencionista racional, un
tipo de votante más que predispuesto a apoyarlo, pero que aún duda de su
compromiso para luchar incondicionalmente para defender el voto el 7º,
ya que está todavía fresca en la mente de muchos de sus partidarios la
capitulación sospechosamente prematura de Rosales, quien prometió cobrar
el voto y nunca lo hizo.
Este segmento de la oposición, escéptico por naturaleza, podría inclinar
la balanza definitivamente a favor de Capriles el 7O, y hasta tomar la
calle el día después en defensa del voto, si el candidato toma una clara
y enfática posición en relación con las condiciones electorales. Porque
una victoria electoral no siempre se consuma el día de las elecciones.
Toledo tuvo que gritar fraude y llamar a sus partidarios a la calle para
que Fujimori cayera.
El exigir condiciones electorales transparentes no conlleva
absolutamente ningún riesgo para Capriles. Al contrario. Al reconocer lo
que está en la boca de todos, asumirá un liderazgo que todos esperan de
él. Ya está hablando con más fuerza, más convicción, llamando a las
cosas por su nombre. Ahora le toca hacerlo con el CNE, y exigirle que se
celebren elecciones auténticas. El no hacerlo podría costarle la
victoria.
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